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Sinopsis
Hoy, como en su día reclamaron Adam Smith o Keynes, debemos proteger la sociedad frente al poder excesivo de los propietarios del capital, salvar al capitalismo de sí mismo. Hacerlo con un singular contrato social, que no puede limitarse ya a recuperar el salariado canónico y el Estado de Bienestar del siglo XX. Ahora redistribuyendo el tiempo de trabajo y la riqueza obtenida entre todos los ciudadanos. Para certificar tal viraje -a tenor de lo revisado en este ensayo- es necesario comprobar que a escala global se retoma la senda histórica de reducción de las horas de trabajo semanal y que, al mismo tiempo, no aumentan los años de vida laboral. Y hacerlo sin erosionar las rentas y el bienestar social del conjunto de los ciudadanos del mundo. Lo que reclama una renta básica, una profunda reforma fiscal y una socialización del capital productivo. En palabras de Noam Chomsky: “… de la misma manera que se fue entendiendo que la esclavitud es una violación de los derechos humanos esenciales, podemos esperar que llegue el día en que la esclavitud a sueldo y la necesidad de ponerse en alquiler para sobrevivir puedan ser enfocadas de un modo parecido”.